No primera ministra, todavía no
#PerúPaísDeVioladores
Nuestra Primera Ministra nos ha mandado a borrar el hashtag #PeruPaisDeVioladores. Yo, como algunos hombres y mujeres, o como muchos quizás, no estoy de acuerdo.
En el Perú, cada agresión sexual tiene muchos responsables. Es un ejercicio de poder del hombre sobre la mujer. Cada agresión sexual es una expresión de nuestra masculinidad, patriarcal, machista y cavernaria. Cada agresión sexual es una agresión colectiva, sistémica, que tiene a un ejecutor inmediato y a miles de cómplices envueltos en una espiral perversa que tiene como punto de partida y espacio de acción a nuestras respectivas familias, colegios, universidades, trabajos, medios de comunicación y, finalmente, a toda nuestra vida diaria como hombres.
Nuestra complicidad tiene sus raíces en nuestra mentalidad colonial, discriminadora y, también, racista. Tendemos a imaginar al abusador o violador como un monstruo, que vive en alguna región inhóspita o en la periferia de Lima (en el mejor de los casos); un sujeto pobre e ignorante; un bárbaro, un salvaje que sufre de una enfermedad mental y que merece la condena general de nuestra parte y, en el extremo, hasta la muerte. Al parecer estamos equivocados y la violencia sexual es transversal, desde un punto de vista social.
El 2005, la Universidad Cayetano Heredia publicó el libro (1) Prisiones domésticas, ciudadanías restringidas. Violencia sexual a trabajadoras del hogar en Lima (2). La autora, Teresa Ojeda Parra, realizó una investigación cualitativa que tuvo como base entrevistas a siete trabajadoras del hogar que habían sufrido abuso o violación sexual en sus lugares de trabajo en Lima. Se mantuvo el anonimato en todos los casos y se contactó a las siete testimoniantes a través de organizaciones especializadas (3).
En las conclusiones del estudio, Teresa Ojeda señala “que la situación de las trabajadoras del hogar refleja una de las caras de una sociedad jerárquica que invisibiliza situaciones de inequidad y exclusión social arraigadas en la práctica social y la cultura, las que van plasmándose en hechos devastadores y deplorables como el acoso y el abuso sexual”. Leer este libro es indispensable, sobre todo para nosotros, burgueses ilustrados de una clase media que ha crecido entre nanas, empleadas y “cholas” que se rompieron el lomo en la intimidad de nuestros hogares de infancia y juventud.
Uno de los testimonios me llamó la atención: el de Paulina. Paulina tenía 24 años al momento de ser entrevistada. Era soltera en ese momento y tiene una hija. A los 8 años, Paulina fue entregada por sus padres para realizar trabajos domésticos en la modalidad cama adentro sin pago, en alguna región del Perú. A los 13 años llega a Lima al primero de los dos hogares donde trabajó hasta los 24 años bajo la misma modalidad.Paulina fue violada, en un hogar de Lima. La primera vez, cuando tenía 13 años, por el padre de familia del hogar, donde laboraba sin recibir pago alguno. Poco tiempo después de esto, el padre inició sexualmente a sus dos hijos, de 15 y 16 años respectivamente, con Paulina. Los tres empezaron a violarla continuamente.
Antes de que hubiera pasado un año, Paulina quedó embarazada; nunca se supo de quien de los tres y a ellos no les interesó averiguarlo. Apenas tres meses después de dar a luz, el padre y sus dos hijos volvieron al cuarto de Paulina para seguirla violando, muchas veces con su hija dormida al lado, semana tras semana e ininterrumpidamente, durante siete años. Paulina llegó a pensar que, como trabajadora del hogar, sus empleadores tenían derecho a abusar sexualmente de ella.
Cuando Paulina queda embarazada a los 14 años, la violación salió a la luz, pero solo momentáneamente para luego volver a ocultarse. Al enterarse del embarazo, la esposa del padre de familia y madre de los dos hijos, la agredió y la culpó de lo sucedido. Ayudada por la hermana de su empleadora, Paulina acudió a una comisaría a denunciar la violación. Ahí recibió un trato duro y carente de toda empatía. El policía encargado también la recriminó y la culpó. Paulina se sintió miserable; desistió de la denuncia pues creyó que era, en el fondo, culpable y que podían detenerla y quitarle a su hija. No le quedó otra opción que regresar a su trabajo y volver a la dinámica perversa que se había establecido, en un hogar donde tres hombres se alternaban para violarla y una mujer, la madre de familia, miraba al costado. Todo esto ocurrió entre 1993 y el 2000, simbólicamente, en el umbral del siglo XXI.
A inicios del año 2006, la Dirección General de la Mujer del MIMDES y el Programa Nacional Contra la Violencia Familiar diseñaron un estudio (4) para indagar cómo las trabajadoras del hogar eran impactadas por maltrato, abuso y violencia sexual. Los resultados del estudio fueron publicados por el MIMDES en el 2007 con el título Detrás del Mandil. Trabajadoras del Hogar, víctimas de maltrato y hostigamiento sexual (5).
En la definición del objetivo del estudio, éste propone que la información pueda servir de base para “plantear estrategias y líneas de acción para atender y prevenir el maltrato en trabajadoras del hogar, así como para promover políticas que garanticen sus derechos”. Se trató de un estudio descriptivo basado en la aplicación de 101 encuestas en trabajadoras del hogar que participaron en las dos instituciones mencionadas.
Solo en las conclusiones sobre hostigamiento y violencia sexual (hay también acápites sobre maltrato físico y psicológico), el estudio concluye que “28% de las encuestadas fueron víctimas de hostigamiento y acoso sexual en los hogares donde trabajaron. De ellas, específicamente cuatro refirieren haber sufrido violación sexual”.
El estudio nos ofrece también, entre sus importantes hallazgos, la historia de Eladia. Eladia, nacida en el sur de Cusco, fue entregada a los quince años a un coronel del Ejército para que trabaje en su casa en Lima y termine sus estudios de secundaria que había abandonado. Luego de un periodo de acoso y hostigamiento, el oficial la violó aprovechando la ausencia de su familia. Eladia logró escapar y fue encontrada deambulando por las calles de Lima por dos policías en un patrullero, que ante la historia que escucharon, se rieron de Eladia y, recriminándola, la condujeron de vuelta al hogar del violador.
Una vez allí, los policías le advirtieron al coronel lo que Eladia acababa de contarles. Ante la negativa de Eladia a bajar del patrullero y volver a la casa de su agresor, éste se comunicó con sus familiares, les cuenta su versión de lo sucedido y les ofrece un arreglo económico. Indignados, el padre y el tío de Eladia viajan a buscarla y logran rescatarla. Deciden sentar la denuncia y en la comisaría, los policías encargados demuestran “poco interés”.
Eladia y su familia acuden, por una recomendación, al Centro Emergencia Mujer CEM, centros especializados del MIMP en atención a víctimas de violencia sexual. Luego de una larga batalla, muy dolorosa para ellos, el coronel fue detenido y encarcelado en el penal de Lurigancho. No fue fácil para Eladia tratar, durante un buen tiempo, con un poder judicial que se resistía a darle justicia, cosa que finalmente logró.
¿Qué tienen que ver dos estudios sobre violencia sexual en trabajadoras del hogar y lo que en estos momentos se discute? Mucho. Mi punto es que la violencia sexual está, o estuvo, muy cerca de nosotros y que pataleamos para alejarla, ocultarla y no dejarla ver la luz. La violencia sexual está (o estuvo) presente en muchos de nuestros hogares, o en hogares de gente que conocemos. Así, la historia de Paulina simboliza esta reacción, consciente o inconsciente, de todos nosotros hacia un tema que nos incomoda y que preferimos enterrar antes que encarar. Por otro lado, la historia de Eladia nos da cierta esperanza y abre algunas rutas para erradicar la violencia de género, en general (valga la cuasi redundancia). Estoy seguro que, en este momento, hay más Paulinas que Eladias. Debemos, primero y urgentemente, hacer algo para que ocurra exactamente lo contrario.
Por eso, cuando usted como Primera Ministra exija, con firmeza, a todas las dependencias del Estado formar sus respectivos comités para implementar un enfoque de igualdad de género de acuerdo al DS N° 005-2017-MIMP (6); cuando nos diga cómo en el trabajo que ha iniciado en el comité que acaba de formar, tomará en cuenta el “Plan Nacional Contra la Violencia de Género 2016 - 2021” aprobado por DS Nº 008-2016-MIMP (7); cuando involucre al Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables y al Ministerio de Educación en el comité que acaba de crear y defienda, con más firmeza todavía, el enfoque de género en el currículo escolar; cuando promueva un mecanismo que le ofrezca todas las facilidades a las víctimas de una agresión sexual para denunciarla e implemente ese mecanismo, empático y amigable con la denunciante, en todas las comisarías; cuando recoja todas las experiencias y estudios que se han hecho y empiece a asignarle recursos a esfuerzos, como los que hemos consignado en este artículo (y otros que seguro tienen también resultados interesantes que mostrar) que solo esperan eso para empezar a pasar de piloto o diagnóstico a programas, lineamientos o políticas; solo en ese momento borraremos este hashtag.
Mientras tanto, #PerúPaísDeVioladores nos servirá, a nosotros los hombres, como un recordatorio de que hemos agredido más de una vez y de que, además, somos cómplices en mayor o menor medida, de toda violación.
-------------------------------------------------------
(1) En el marco del Proyecto “Fortaleciendo Capacidades para la Investigación y Advocacy en Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos” de la Unidad de Sexualidad y Salud Reproductiva de la UPCH.
(2) http://redin.pncvfs.gob.pe/documento/investigacion/prisiones-domesticas-teresa-ojeda.pdf
(3) La Asociación Nacional de Trabajadoras del Hogar – ANTRHA; el Centro de Capacitación para Trabajadoras del Hogar – CCTH; el Instituto de Promoción y Formación de las Trabajadoras del Hogar – IPROFOTH; la Asociación Grupo de Trabajo Redes (AGTR) “La Casa de Panchita”; y, el Colegio de Adultas San Martín de Porras.
(4) El estudio se realizó con la ayuda de La Casa de Panchita y el Centro de Capacitación de la Trabajadora del Hogar. El estudio fue realizado por Olga Bardales, sistematizado por Teresa Viviano y editado por Carmen Barrantes.
(5)https://www.mimp.gob.pe/files/programas_nacionales/pncvfs/detras_del_mandil_mimdes.pdf
(6) Este DS dispone que en las entidades públicas del Gobierno Nacional y de los Gobiernos Regionales se cree un mecanismo, comisión, comité o grupo de trabajo, con el objetivo de coordinar, articular y fiscalizar la incorporación del enfoque de género en las políticas y gestión institucional, a fin de promover el cierre de brechas de género y la igualdad entre mujeres y hombres, en el marco de la implementación y cumplimiento de la política nacional en materia de igualdad de género. A la fecha, solo el Ministerio de Defensa ha cumplido con hacerlo.
(7) https://www.mimp.gob.pe/files/novedades/ds008-2016-mimp-plan-nacional-contra-violencia-genero.pdf