Esta campaña electoral que terminó hace unos días ha sido la más surrealista que me ha tocado vivir como elector. Si alguien me hubiera contado hace un año sobre todos los momentos épicos, todos los heridos que se quedaron en el camino y todo el sabor a podrido que nos ha dejado, no le hubiera creído nada. Hemos pataleado, nos hemos divertido y hemos ajustado, mal, para terminar con PPK de presidente por apenas 41,000 votos o 0.25 % de los votos válidos. Bien. Final de fotografía. La mafia perdió. 

Pero no quiero escribir sobre la mafia, ahora. Quiero dejar de lado a Keiko Fujimori y su partido, que merecen más de una tesis y miles de años de cárcel (si sumamos lo que cada uno se llevaría por separado), para compartir mi lista de los perdedores de esta masacre electoral en orden de mérito. Estos son los que terminaron naufragando, por responsabilidad propia o ajena, y que juntos conforman el tristemente célebre “loser team”.

Alfredo Barnechea

El tío Barney no solo se perdió entre chicharrones y sombreros; demostró que lo suyo son, quizás, los libros y no las campañas. Nuestro galán de choclonas se extravió solito en su biblioteca de Babel desde la cual asomaba de cuando en cuando para ir a un mitin misio con Vitocho al lado, siempre cariculico, con esa expresión de que todo le jodía.

Encandiló, sin embargo, a unos cuantos primero y luego a muchos, que creyeron en el poder de las letras y de los apellidos pomposos. Miles llegaron a sucumbir a su floro, claro y convincente, que puso en jaque a algunos candidatos como, por ejemplo, a PPK con lo del gas. Con quien siempre fue blandengue fue con Keiko. “Es una candidata que no tiene ninguna idea de futuro sobre el Perú; es la heredera de la nostalgia de un presunto orden de los años noventa”. Hasta cuando la atacaba estaba haciendo literatura el tío.

Sin embargo, cuando debió dar el salto del tigre no lo hizo. Tuvo la oportunidad de demostrar que si le interesaba el Perú más que su biblioteca, de mantenerse con vida hasta las próximas elecciones y solito (bueno, con Vitocho al lado como siempre) la regó. No apoyó a nadie, se abstuvo, mostró que usaba calzoncillo largo hasta en verano y se ganó las críticas de todo su club de fans, que rompieron su foto con lágrimas en los ojos y lo abandonaron, creo y espero que, para siempre.

Barnechea encabeza la lista por huevón.

Alan García

Alan, “el candidato colosal” dijeron. Alan, el que estaba acostumbrado a salir bien librado de todo, esta vez no la hizo. Ya había demostrado en algunas entrevistas que sus reflejos no eran los mismos, que el dealer le estaba pateando el litio. Lo de Millet Figueroa en RPP fue una advertencia de que había que amarrar bien al equino loco. Nadie de su entorno tuvo los cojones para hacerle el pare mientras sus ayayeros le pagaban a Idice para evitar la puteada de rigor.

La justicia divina le puso al frente a Popy en el primer debate presidencial y se llevó la peor paliza en cadena nacional que algún político haya tenido que soportar. No debió ir pero para nuestra suerte y morbo, fue y se fue al carajo. Popy lo destruyó, una y otra vez, mientras todos disfrutábamos ver al paquidermo caer y con él, lo poco que le quedaba al partido que dirige como si fuera su chacra.

“El político latinoamericano más hábil” decían. Me pongo en el lugar de los apristas y siento que era como ver a alguien escupiéndole a tu viejo en tu cara y a todo el Perú aplaudiendo. Lo cierto es que la vergüenza fue tal que los más jóvenes encabezados por Little Luciana (una de sus Padawan más brillantes; lo digo por lo de la compra de sus dos departamentos) clamaron por la renovación. La justicia llegó para Alan pero no en años de cárcel sino encarnada en trending topic, memes, videos y fotos que circularon por las redes, una y otra vez. Alan fue inmortalizado en solo tres minutos y medio.

Alan está en la lista por ladrón.

Lourdes Flores

Después de esta campaña las generaciones venideras se preguntarán, ¿quién es la tía Lulú? Y tendremos que responderles “la que desapareció el PPC”. Lulú hizo el peor negocio de su vida al firmar la alianza con el APRA. Ahora, el PPC se quedó con la inscripción pero sin congresistas. El mismo domingo de la primera vuelta, apenas conocido el boca de urna, ya el APRA estaba firmándole el divorcio a su matrimonio político.

¿Por qué, Lulú?; ¿qué te hizo pensar que casarte con el APRA era una buena decisión? Bailaste marinera con el paquidermo; nos mostraste tus carnes sin pudor y te metiste una cabecita en Punta Hermosa cuando debió ser, por lo menos, en Agua Dulce. Llegó un punto en que tu presencia le restaba tanto a la dupla que te terminaron escondiendo.

¿Ahora visitas a PPK y le recomiendas que ponga de premier a Keiko?; ¿no te basta con haberla cagado y de haber puesto a tu partido al borde de la extinción?; ¿acaso no estarás buscando una alianza con Keiko para la próxima campaña (la del 2018 no la del 2021)? Lulú, tu imagen de política decente la estás incinerando con tus decisiones y estás construyendo otra de defensora de narcos. ¿En serio no crees que Joaquín Ramírez es pieza clave del fujimorismo? ¡Ah ya entendí!; Cataño era inocente hasta que se demuestre lo contrario, ¿no?

Lulú está en la lista por angurrienta.

César Acuña

Acuña y familia le habían arrebatado de todo al APRA en el norte: municipios y gobierno regional. Su movimiento empezó como un huracán que alguna vez nos hizo pensar en que la revolución, la verdadera, vendría desde las regiones. Sus universidades low cost eran la caja chica de una campaña millonaria que en algún momento amenazó con dispararse. Hasta que salió lo de los plagios. Al parecer, no había terminado ni el colegio y tenía dos maestrías y un flamante título de doctor.

Comechados que vivían de puestos y de honoris causa que no hacían sino “comprarle” prestigio a una organización que no la tenía, no pudieron defender a Acuña y abandonaron el barco, algunos, cuando ya el Titanic y Di Caprio estaban en el fondo del mar. Acuña, hábil comadreja, buscó rápidamente victimizarse y sacó la carta del racismo; pero la corrupción y la mentira no tienen color de piel.

Las pruebas eran más que evidentes pero hasta ahorita seguimos esperando, bien sentados, la investigación de la Complutense de Madrid. Esto demostraría que en el mundo académico, como en el político, todo se vende y todo se compra. Y de yapa, Acuña se llevó a Anel Townsend de encuentro. La defensa de su líder en Cuarto Poder fue una demostración de ceguera política y caradurismo que no tuvo precio. Ni en el mejor episodio de “House of Cards”.

Acuña está en la lista por demostrarnos que todo tiene su precio.

Pongámonos serios

Es una ilusión pensar que el fujimorismo es el único cáncer que acecha, agazapado, esperando su oportunidad para levantarnos en peso, otra vez. Ya bastante vamos a tener con esos 73 congresistas (62 de ellos “invitados”) que le van a hacer la vida imposible a PPK. Es una ilusión pensar que nos hemos salvado.

La corrupción está en todos lados, en partidos tradicionales y nuevos, en líderes históricos y emergentes, limeños y regionales. Estos personajes son la evidencia de que Keiko no es la única contra la que vamos a tener que luchar. Para que surjan nuevos liderazgos políticos, es clave que los viejos desaparezcan. No tenemos nada que aprender de todo este rosario de perdedores. O quizás sí, y mucho.

La buena noticia es que todos estos personajes la han cagado tanto que probablemente no tengan como resucitar. Pero si Jon Snow regresó de entre los muertos, varios de estos podrían también hacerlo. Ya sabemos que el Perú olvida rápidamente.


(Foto abridora: El Comercio)